Un hecho delictivo más ocurrió hoy en la ciudad. Ya no importa lugar ni horario. La inseguridad está en todos lados -como tantos otros males cotidianos- y nadie está exento, los vecinos lo saben mejor que nadie. Esta vez, le tocó a una docente que, como todos los días, salió a trabajar. Al llegar a su casa, encontró la pesadilla. Delincuentes le habían forcejeado la puerta, entraron a su hogar, le revolvieron cada rincón y se llevaron todo lo que pudieron.
El suceso de inseguridad aconteció durante algún momento de este viernes, a plena luz del día. La docente trabajó toda la jornada y cuando llegó a su vivienda del barrio Bautista a las 17, luego de finalizar su semana laboral, se encontró con la dramática escena.
La policía llegó a lugar tres horas después, luego de dos llamados a la comisaría y un último llamado al 911. El inmueble está ubicado en la calle D’agnillo al 1200, a unas quince cuadras del centro de Marcos Paz.

Los delincuentes se llevaron una bicicleta, una bomba de agua, un iPhone, una garrafa, entre otras pertenencias. La televisión no pudieron llevársela, pero como la maldad nunca es suficiente, la rompieron.
La víctima contó a PUNTO DE NOTICIAS, entre tristeza e indignación, que es la tercera vez que le robaron desde que vive hace unos meses en la zona. Lo primero que le sacaron fueron los materiales de construcción -un tipo de robo común en esa parte de la ciudad-, luego le robaron una bici, razón por la que tuvo que sacarse otra en cuotas. Finalmente, hoy se llevaron su nuevo rodado, con solo una cuota paga.
La inseguridad, otros de los males diarios que tienen que atravesar los ciudadanos. Qué puede sentir una persona que después de estar todo el día trabajando llega a su hogar, su refugio, su zona segura y de confort, y se encuentra con su puerta forzada, sus elementos manoseados y revueltos, su intimidad violentada, y las huellas frescas en el barro que son la prueba de que alguien, con toda impunidad, se llevó las cosas materiales fruto de su sudor diario. ¿Dónde están los derechos de los que tanto se rasgan las vestiduras los políticos? ¿Existirá en el imaginario de los discursos electorales políticamente correctos el derecho a vivir en paz?