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En su mensaje navideño, el papa Francisco dijo que “la solución para vencer al Covid es vacunar a los pobres”

En su mensaje navideño, el papa Francisco dijo que “la solución para vencer al Covid es vacunar a los pobres”

El sumo pontífice alertó por el agravamiento de la pandemia. Pidió incrementar para el accionar para proteger a los más vulnerables

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A los numerosos conflictos, crisis internacionales, guerras que salpican el planeta, sólo se les puede dar solución teniendo “la fuerza para abrirse al diálogo”, afirmó hoy el papa Francisco, en su tradicional mensaje Urbi et Orbi (A Roma y al mundo), tradicional de la Navidad.

Pero también emerge el apremiante agravamiento de la pandemia, para la que hay que encontrar cuanto antes las respuestas “más adecuadas”, sobre todo aplicar vacunas en las “poblaciones más necesitadas”, deslizó el Sumo Pontífice.

Además de los efectos perversos relacionados con COVID-19, también está incluida la violencia desenfrenada contra las mujeres, advirtió Francisco. O incluso el drama imparable de los migrantes y refugiados, a quienes que no podemos “enviar de vuelta”.

Todo esto, y más, despunta en el mensaje de Navidad del papa Francisco, enunciado hoy -bajo una ligera lluvia- desde la Loggia Central (el balcón) de San Pedro.

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“Dios con nosotros – invocó el Pontífice -, concede salud a los enfermos e inspira a todas las personas de buena voluntad a encontrar las soluciones más adecuadas para superar la crisis sanitaria y sus consecuencias, necesarias, especialmente las vacunas, para las poblaciones más necesitadas”.

“Premiar a todos aquellos que demuestren atención y dedicación en el cuidado de los familiares, los enfermos y los más débiles”, acotó.

“Consuela a las víctimas de la violencia contra las mujeres que es rampante en estos tiempos de pandemia”, prosiguió Francisco, mientras es particularmente amplia la ola de COVID-19 y también las tensiones internacionales. “Existe el riesgo de no querer dialogar -advirtió el Papa-, el riesgo de que la compleja crisis lleve a optar por atajos en lugar de los caminos más largos del diálogo”.

En cambio, “estos por sí solos, en realidad, conducen a la resolución de conflictos y beneficios compartidos y duraderos”, enfatizó.

De ahí -y es la parte más sustancial del Mensaje- la necesidad de pensar “en el pueblo sirio, que vive desde hace más de una década una guerra que ha provocado muchas víctimas y un número incalculable de refugiados”.

En Irak, “que sigue luchando por levantarse tras un largo conflicto”. La necesidad de escuchar el grito de los niños de Yemen, “donde una gran tragedia, olvidada por todos, se lleva a cabo en silencio durante años, causando muertes todos los días”, clamó el Sumo Pontífice.

Jorge Bergoglio no olvida “las continuas tensiones entre israelíes y palestinos, que se prolongan sin solución, con consecuencias sociales y políticas cada vez mayores”, Tierra Santa, Líbano.

Piensen en el pueblo afgano, “que durante más de cuarenta años ha sido sometido a duras pruebas por conflictos que han empujado a muchos a abandonar el país”, remarcó.

Recuerde los conflictos de Myanmar, Ucrania, África, como los de Etiopía, el Sahel, Sudán y Sudán del Sur.

También es necesario llamar a la solidaridad, la reconciliación, el reconocimiento de derechos en las Américas.

Finalmente, la súplica del Papa se dirigió al “regreso a casa” de los numerosos prisioneros de guerra, civiles y militares, y de los “encarcelados por motivos políticos”.

E instó a no permanecer “indiferentes ante la tragedia de los migrantes, refugiados y refugiadas”, cuyos “ojos nos piden que no volvamos la mirada, que no neguemos la humanidad que nos une, que hagamos nuestras sus historias y que no olvidemos sus dramas”.

También invocó al “cuidado de nuestra casa común, que está sufriendo también el descuido con el que muchas veces la tratamos”, con un llamado a las “autoridades políticas para encontrar acuerdos efectivos para que las próximas generaciones puedan vivir en un entorno respetuoso con la vida”.

Con Información de ANSA

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En su mensaje navideño, el papa Francisco dijo que “la solución para vencer al Covid es vacunar a los pobres”

El sumo pontífice alertó por el agravamiento de la pandemia. Pidió incrementar para el accionar para proteger a los más vulnerables

A los numerosos conflictos, crisis internacionales, guerras que salpican el planeta, sólo se les puede dar solución teniendo “la fuerza para abrirse al diálogo”, afirmó hoy el papa Francisco, en su tradicional mensaje Urbi et Orbi (A Roma y al mundo), tradicional de la Navidad.

Pero también emerge el apremiante agravamiento de la pandemia, para la que hay que encontrar cuanto antes las respuestas “más adecuadas”, sobre todo aplicar vacunas en las “poblaciones más necesitadas”, deslizó el Sumo Pontífice.

Además de los efectos perversos relacionados con COVID-19, también está incluida la violencia desenfrenada contra las mujeres, advirtió Francisco. O incluso el drama imparable de los migrantes y refugiados, a quienes que no podemos “enviar de vuelta”.

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Todo esto, y más, despunta en el mensaje de Navidad del papa Francisco, enunciado hoy -bajo una ligera lluvia- desde la Loggia Central (el balcón) de San Pedro.

“Dios con nosotros – invocó el Pontífice -, concede salud a los enfermos e inspira a todas las personas de buena voluntad a encontrar las soluciones más adecuadas para superar la crisis sanitaria y sus consecuencias, necesarias, especialmente las vacunas, para las poblaciones más necesitadas”.

“Premiar a todos aquellos que demuestren atención y dedicación en el cuidado de los familiares, los enfermos y los más débiles”, acotó.

“Consuela a las víctimas de la violencia contra las mujeres que es rampante en estos tiempos de pandemia”, prosiguió Francisco, mientras es particularmente amplia la ola de COVID-19 y también las tensiones internacionales. “Existe el riesgo de no querer dialogar -advirtió el Papa-, el riesgo de que la compleja crisis lleve a optar por atajos en lugar de los caminos más largos del diálogo”.

En cambio, “estos por sí solos, en realidad, conducen a la resolución de conflictos y beneficios compartidos y duraderos”, enfatizó.

De ahí -y es la parte más sustancial del Mensaje- la necesidad de pensar “en el pueblo sirio, que vive desde hace más de una década una guerra que ha provocado muchas víctimas y un número incalculable de refugiados”.

En Irak, “que sigue luchando por levantarse tras un largo conflicto”. La necesidad de escuchar el grito de los niños de Yemen, “donde una gran tragedia, olvidada por todos, se lleva a cabo en silencio durante años, causando muertes todos los días”, clamó el Sumo Pontífice.

Jorge Bergoglio no olvida “las continuas tensiones entre israelíes y palestinos, que se prolongan sin solución, con consecuencias sociales y políticas cada vez mayores”, Tierra Santa, Líbano.

Piensen en el pueblo afgano, “que durante más de cuarenta años ha sido sometido a duras pruebas por conflictos que han empujado a muchos a abandonar el país”, remarcó.

Recuerde los conflictos de Myanmar, Ucrania, África, como los de Etiopía, el Sahel, Sudán y Sudán del Sur.

También es necesario llamar a la solidaridad, la reconciliación, el reconocimiento de derechos en las Américas.

Finalmente, la súplica del Papa se dirigió al “regreso a casa” de los numerosos prisioneros de guerra, civiles y militares, y de los “encarcelados por motivos políticos”.

E instó a no permanecer “indiferentes ante la tragedia de los migrantes, refugiados y refugiadas”, cuyos “ojos nos piden que no volvamos la mirada, que no neguemos la humanidad que nos une, que hagamos nuestras sus historias y que no olvidemos sus dramas”.

También invocó al “cuidado de nuestra casa común, que está sufriendo también el descuido con el que muchas veces la tratamos”, con un llamado a las “autoridades políticas para encontrar acuerdos efectivos para que las próximas generaciones puedan vivir en un entorno respetuoso con la vida”.

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Pero también emerge el apremiante agravamiento de la pandemia, para la que hay que encontrar cuanto antes las respuestas “más adecuadas”, sobre todo aplicar vacunas en las “poblaciones más necesitadas”, deslizó el Sumo Pontífice.

Además de los efectos perversos relacionados con COVID-19, también está incluida la violencia desenfrenada contra las mujeres, advirtió Francisco. O incluso el drama imparable de los migrantes y refugiados, a quienes que no podemos “enviar de vuelta”.

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“Premiar a todos aquellos que demuestren atención y dedicación en el cuidado de los familiares, los enfermos y los más débiles”, acotó.

“Consuela a las víctimas de la violencia contra las mujeres que es rampante en estos tiempos de pandemia”, prosiguió Francisco, mientras es particularmente amplia la ola de COVID-19 y también las tensiones internacionales. “Existe el riesgo de no querer dialogar -advirtió el Papa-, el riesgo de que la compleja crisis lleve a optar por atajos en lugar de los caminos más largos del diálogo”.

En cambio, “estos por sí solos, en realidad, conducen a la resolución de conflictos y beneficios compartidos y duraderos”, enfatizó.

De ahí -y es la parte más sustancial del Mensaje- la necesidad de pensar “en el pueblo sirio, que vive desde hace más de una década una guerra que ha provocado muchas víctimas y un número incalculable de refugiados”.

En Irak, “que sigue luchando por levantarse tras un largo conflicto”. La necesidad de escuchar el grito de los niños de Yemen, “donde una gran tragedia, olvidada por todos, se lleva a cabo en silencio durante años, causando muertes todos los días”, clamó el Sumo Pontífice.

Jorge Bergoglio no olvida “las continuas tensiones entre israelíes y palestinos, que se prolongan sin solución, con consecuencias sociales y políticas cada vez mayores”, Tierra Santa, Líbano.

Piensen en el pueblo afgano, “que durante más de cuarenta años ha sido sometido a duras pruebas por conflictos que han empujado a muchos a abandonar el país”, remarcó.

Recuerde los conflictos de Myanmar, Ucrania, África, como los de Etiopía, el Sahel, Sudán y Sudán del Sur.

También es necesario llamar a la solidaridad, la reconciliación, el reconocimiento de derechos en las Américas.

Finalmente, la súplica del Papa se dirigió al “regreso a casa” de los numerosos prisioneros de guerra, civiles y militares, y de los “encarcelados por motivos políticos”.

E instó a no permanecer “indiferentes ante la tragedia de los migrantes, refugiados y refugiadas”, cuyos “ojos nos piden que no volvamos la mirada, que no neguemos la humanidad que nos une, que hagamos nuestras sus historias y que no olvidemos sus dramas”.

También invocó al “cuidado de nuestra casa común, que está sufriendo también el descuido con el que muchas veces la tratamos”, con un llamado a las “autoridades políticas para encontrar acuerdos efectivos para que las próximas generaciones puedan vivir en un entorno respetuoso con la vida”.

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Pero también emerge el apremiante agravamiento de la pandemia, para la que hay que encontrar cuanto antes las respuestas “más adecuadas”, sobre todo aplicar vacunas en las “poblaciones más necesitadas”, deslizó el Sumo Pontífice.

Además de los efectos perversos relacionados con COVID-19, también está incluida la violencia desenfrenada contra las mujeres, advirtió Francisco. O incluso el drama imparable de los migrantes y refugiados, a quienes que no podemos “enviar de vuelta”.

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“Premiar a todos aquellos que demuestren atención y dedicación en el cuidado de los familiares, los enfermos y los más débiles”, acotó.

“Consuela a las víctimas de la violencia contra las mujeres que es rampante en estos tiempos de pandemia”, prosiguió Francisco, mientras es particularmente amplia la ola de COVID-19 y también las tensiones internacionales. “Existe el riesgo de no querer dialogar -advirtió el Papa-, el riesgo de que la compleja crisis lleve a optar por atajos en lugar de los caminos más largos del diálogo”.

En cambio, “estos por sí solos, en realidad, conducen a la resolución de conflictos y beneficios compartidos y duraderos”, enfatizó.

De ahí -y es la parte más sustancial del Mensaje- la necesidad de pensar “en el pueblo sirio, que vive desde hace más de una década una guerra que ha provocado muchas víctimas y un número incalculable de refugiados”.

En Irak, “que sigue luchando por levantarse tras un largo conflicto”. La necesidad de escuchar el grito de los niños de Yemen, “donde una gran tragedia, olvidada por todos, se lleva a cabo en silencio durante años, causando muertes todos los días”, clamó el Sumo Pontífice.

Jorge Bergoglio no olvida “las continuas tensiones entre israelíes y palestinos, que se prolongan sin solución, con consecuencias sociales y políticas cada vez mayores”, Tierra Santa, Líbano.

Piensen en el pueblo afgano, “que durante más de cuarenta años ha sido sometido a duras pruebas por conflictos que han empujado a muchos a abandonar el país”, remarcó.

Recuerde los conflictos de Myanmar, Ucrania, África, como los de Etiopía, el Sahel, Sudán y Sudán del Sur.

También es necesario llamar a la solidaridad, la reconciliación, el reconocimiento de derechos en las Américas.

Finalmente, la súplica del Papa se dirigió al “regreso a casa” de los numerosos prisioneros de guerra, civiles y militares, y de los “encarcelados por motivos políticos”.

E instó a no permanecer “indiferentes ante la tragedia de los migrantes, refugiados y refugiadas”, cuyos “ojos nos piden que no volvamos la mirada, que no neguemos la humanidad que nos une, que hagamos nuestras sus historias y que no olvidemos sus dramas”.

También invocó al “cuidado de nuestra casa común, que está sufriendo también el descuido con el que muchas veces la tratamos”, con un llamado a las “autoridades políticas para encontrar acuerdos efectivos para que las próximas generaciones puedan vivir en un entorno respetuoso con la vida”.

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En su mensaje navideño, el papa Francisco dijo que “la solución para vencer al Covid es vacunar a los pobres”

El sumo pontífice alertó por el agravamiento de la pandemia. Pidió incrementar para el accionar para proteger a los más vulnerables

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Fernando Gigena
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A los numerosos conflictos, crisis internacionales, guerras que salpican el planeta, sólo se les puede dar solución teniendo “la fuerza para abrirse al diálogo”, afirmó hoy el papa Francisco, en su tradicional mensaje Urbi et Orbi (A Roma y al mundo), tradicional de la Navidad.

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Además de los efectos perversos relacionados con COVID-19, también está incluida la violencia desenfrenada contra las mujeres, advirtió Francisco. O incluso el drama imparable de los migrantes y refugiados, a quienes que no podemos “enviar de vuelta”.

Todo esto, y más, despunta en el mensaje de Navidad del papa Francisco, enunciado hoy -bajo una ligera lluvia- desde la Loggia Central (el balcón) de San Pedro.

“Dios con nosotros – invocó el Pontífice -, concede salud a los enfermos e inspira a todas las personas de buena voluntad a encontrar las soluciones más adecuadas para superar la crisis sanitaria y sus consecuencias, necesarias, especialmente las vacunas, para las poblaciones más necesitadas”.

“Premiar a todos aquellos que demuestren atención y dedicación en el cuidado de los familiares, los enfermos y los más débiles”, acotó.

“Consuela a las víctimas de la violencia contra las mujeres que es rampante en estos tiempos de pandemia”, prosiguió Francisco, mientras es particularmente amplia la ola de COVID-19 y también las tensiones internacionales. “Existe el riesgo de no querer dialogar -advirtió el Papa-, el riesgo de que la compleja crisis lleve a optar por atajos en lugar de los caminos más largos del diálogo”.

En cambio, “estos por sí solos, en realidad, conducen a la resolución de conflictos y beneficios compartidos y duraderos”, enfatizó.

De ahí -y es la parte más sustancial del Mensaje- la necesidad de pensar “en el pueblo sirio, que vive desde hace más de una década una guerra que ha provocado muchas víctimas y un número incalculable de refugiados”.

En Irak, “que sigue luchando por levantarse tras un largo conflicto”. La necesidad de escuchar el grito de los niños de Yemen, “donde una gran tragedia, olvidada por todos, se lleva a cabo en silencio durante años, causando muertes todos los días”, clamó el Sumo Pontífice.

Jorge Bergoglio no olvida “las continuas tensiones entre israelíes y palestinos, que se prolongan sin solución, con consecuencias sociales y políticas cada vez mayores”, Tierra Santa, Líbano.

Piensen en el pueblo afgano, “que durante más de cuarenta años ha sido sometido a duras pruebas por conflictos que han empujado a muchos a abandonar el país”, remarcó.

Recuerde los conflictos de Myanmar, Ucrania, África, como los de Etiopía, el Sahel, Sudán y Sudán del Sur.

También es necesario llamar a la solidaridad, la reconciliación, el reconocimiento de derechos en las Américas.

Finalmente, la súplica del Papa se dirigió al “regreso a casa” de los numerosos prisioneros de guerra, civiles y militares, y de los “encarcelados por motivos políticos”.

E instó a no permanecer “indiferentes ante la tragedia de los migrantes, refugiados y refugiadas”, cuyos “ojos nos piden que no volvamos la mirada, que no neguemos la humanidad que nos une, que hagamos nuestras sus historias y que no olvidemos sus dramas”.

También invocó al “cuidado de nuestra casa común, que está sufriendo también el descuido con el que muchas veces la tratamos”, con un llamado a las “autoridades políticas para encontrar acuerdos efectivos para que las próximas generaciones puedan vivir en un entorno respetuoso con la vida”.

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A los numerosos conflictos, crisis internacionales, guerras que salpican el planeta, sólo se les puede dar solución teniendo “la fuerza para abrirse al diálogo”, afirmó hoy el papa Francisco, en su tradicional mensaje Urbi et Orbi (A Roma y al mundo), tradicional de la Navidad.

Pero también emerge el apremiante agravamiento de la pandemia, para la que hay que encontrar cuanto antes las respuestas “más adecuadas”, sobre todo aplicar vacunas en las “poblaciones más necesitadas”, deslizó el Sumo Pontífice.

Además de los efectos perversos relacionados con COVID-19, también está incluida la violencia desenfrenada contra las mujeres, advirtió Francisco. O incluso el drama imparable de los migrantes y refugiados, a quienes que no podemos “enviar de vuelta”.

Todo esto, y más, despunta en el mensaje de Navidad del papa Francisco, enunciado hoy -bajo una ligera lluvia- desde la Loggia Central (el balcón) de San Pedro.

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“Consuela a las víctimas de la violencia contra las mujeres que es rampante en estos tiempos de pandemia”, prosiguió Francisco, mientras es particularmente amplia la ola de COVID-19 y también las tensiones internacionales. “Existe el riesgo de no querer dialogar -advirtió el Papa-, el riesgo de que la compleja crisis lleve a optar por atajos en lugar de los caminos más largos del diálogo”.

En cambio, “estos por sí solos, en realidad, conducen a la resolución de conflictos y beneficios compartidos y duraderos”, enfatizó.

De ahí -y es la parte más sustancial del Mensaje- la necesidad de pensar “en el pueblo sirio, que vive desde hace más de una década una guerra que ha provocado muchas víctimas y un número incalculable de refugiados”.

En Irak, “que sigue luchando por levantarse tras un largo conflicto”. La necesidad de escuchar el grito de los niños de Yemen, “donde una gran tragedia, olvidada por todos, se lleva a cabo en silencio durante años, causando muertes todos los días”, clamó el Sumo Pontífice.

Jorge Bergoglio no olvida “las continuas tensiones entre israelíes y palestinos, que se prolongan sin solución, con consecuencias sociales y políticas cada vez mayores”, Tierra Santa, Líbano.

Piensen en el pueblo afgano, “que durante más de cuarenta años ha sido sometido a duras pruebas por conflictos que han empujado a muchos a abandonar el país”, remarcó.

Recuerde los conflictos de Myanmar, Ucrania, África, como los de Etiopía, el Sahel, Sudán y Sudán del Sur.

También es necesario llamar a la solidaridad, la reconciliación, el reconocimiento de derechos en las Américas.

Finalmente, la súplica del Papa se dirigió al “regreso a casa” de los numerosos prisioneros de guerra, civiles y militares, y de los “encarcelados por motivos políticos”.

E instó a no permanecer “indiferentes ante la tragedia de los migrantes, refugiados y refugiadas”, cuyos “ojos nos piden que no volvamos la mirada, que no neguemos la humanidad que nos une, que hagamos nuestras sus historias y que no olvidemos sus dramas”.

También invocó al “cuidado de nuestra casa común, que está sufriendo también el descuido con el que muchas veces la tratamos”, con un llamado a las “autoridades políticas para encontrar acuerdos efectivos para que las próximas generaciones puedan vivir en un entorno respetuoso con la vida”.

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A los numerosos conflictos, crisis internacionales, guerras que salpican el planeta, sólo se les puede dar solución teniendo “la fuerza para abrirse al diálogo”, afirmó hoy el papa Francisco, en su tradicional mensaje Urbi et Orbi (A Roma y al mundo), tradicional de la Navidad.

Pero también emerge el apremiante agravamiento de la pandemia, para la que hay que encontrar cuanto antes las respuestas “más adecuadas”, sobre todo aplicar vacunas en las “poblaciones más necesitadas”, deslizó el Sumo Pontífice.

Además de los efectos perversos relacionados con COVID-19, también está incluida la violencia desenfrenada contra las mujeres, advirtió Francisco. O incluso el drama imparable de los migrantes y refugiados, a quienes que no podemos “enviar de vuelta”.

Todo esto, y más, despunta en el mensaje de Navidad del papa Francisco, enunciado hoy -bajo una ligera lluvia- desde la Loggia Central (el balcón) de San Pedro.

“Dios con nosotros – invocó el Pontífice -, concede salud a los enfermos e inspira a todas las personas de buena voluntad a encontrar las soluciones más adecuadas para superar la crisis sanitaria y sus consecuencias, necesarias, especialmente las vacunas, para las poblaciones más necesitadas”.

“Premiar a todos aquellos que demuestren atención y dedicación en el cuidado de los familiares, los enfermos y los más débiles”, acotó.

“Consuela a las víctimas de la violencia contra las mujeres que es rampante en estos tiempos de pandemia”, prosiguió Francisco, mientras es particularmente amplia la ola de COVID-19 y también las tensiones internacionales. “Existe el riesgo de no querer dialogar -advirtió el Papa-, el riesgo de que la compleja crisis lleve a optar por atajos en lugar de los caminos más largos del diálogo”.

En cambio, “estos por sí solos, en realidad, conducen a la resolución de conflictos y beneficios compartidos y duraderos”, enfatizó.

De ahí -y es la parte más sustancial del Mensaje- la necesidad de pensar “en el pueblo sirio, que vive desde hace más de una década una guerra que ha provocado muchas víctimas y un número incalculable de refugiados”.

En Irak, “que sigue luchando por levantarse tras un largo conflicto”. La necesidad de escuchar el grito de los niños de Yemen, “donde una gran tragedia, olvidada por todos, se lleva a cabo en silencio durante años, causando muertes todos los días”, clamó el Sumo Pontífice.

Jorge Bergoglio no olvida “las continuas tensiones entre israelíes y palestinos, que se prolongan sin solución, con consecuencias sociales y políticas cada vez mayores”, Tierra Santa, Líbano.

Piensen en el pueblo afgano, “que durante más de cuarenta años ha sido sometido a duras pruebas por conflictos que han empujado a muchos a abandonar el país”, remarcó.

Recuerde los conflictos de Myanmar, Ucrania, África, como los de Etiopía, el Sahel, Sudán y Sudán del Sur.

También es necesario llamar a la solidaridad, la reconciliación, el reconocimiento de derechos en las Américas.

Finalmente, la súplica del Papa se dirigió al “regreso a casa” de los numerosos prisioneros de guerra, civiles y militares, y de los “encarcelados por motivos políticos”.

E instó a no permanecer “indiferentes ante la tragedia de los migrantes, refugiados y refugiadas”, cuyos “ojos nos piden que no volvamos la mirada, que no neguemos la humanidad que nos une, que hagamos nuestras sus historias y que no olvidemos sus dramas”.

También invocó al “cuidado de nuestra casa común, que está sufriendo también el descuido con el que muchas veces la tratamos”, con un llamado a las “autoridades políticas para encontrar acuerdos efectivos para que las próximas generaciones puedan vivir en un entorno respetuoso con la vida”.

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A los numerosos conflictos, crisis internacionales, guerras que salpican el planeta, sólo se les puede dar solución teniendo “la fuerza para abrirse al diálogo”, afirmó hoy el papa Francisco, en su tradicional mensaje Urbi et Orbi (A Roma y al mundo), tradicional de la Navidad.

Pero también emerge el apremiante agravamiento de la pandemia, para la que hay que encontrar cuanto antes las respuestas “más adecuadas”, sobre todo aplicar vacunas en las “poblaciones más necesitadas”, deslizó el Sumo Pontífice.

Además de los efectos perversos relacionados con COVID-19, también está incluida la violencia desenfrenada contra las mujeres, advirtió Francisco. O incluso el drama imparable de los migrantes y refugiados, a quienes que no podemos “enviar de vuelta”.

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“Consuela a las víctimas de la violencia contra las mujeres que es rampante en estos tiempos de pandemia”, prosiguió Francisco, mientras es particularmente amplia la ola de COVID-19 y también las tensiones internacionales. “Existe el riesgo de no querer dialogar -advirtió el Papa-, el riesgo de que la compleja crisis lleve a optar por atajos en lugar de los caminos más largos del diálogo”.

En cambio, “estos por sí solos, en realidad, conducen a la resolución de conflictos y beneficios compartidos y duraderos”, enfatizó.

De ahí -y es la parte más sustancial del Mensaje- la necesidad de pensar “en el pueblo sirio, que vive desde hace más de una década una guerra que ha provocado muchas víctimas y un número incalculable de refugiados”.

En Irak, “que sigue luchando por levantarse tras un largo conflicto”. La necesidad de escuchar el grito de los niños de Yemen, “donde una gran tragedia, olvidada por todos, se lleva a cabo en silencio durante años, causando muertes todos los días”, clamó el Sumo Pontífice.

Jorge Bergoglio no olvida “las continuas tensiones entre israelíes y palestinos, que se prolongan sin solución, con consecuencias sociales y políticas cada vez mayores”, Tierra Santa, Líbano.

Piensen en el pueblo afgano, “que durante más de cuarenta años ha sido sometido a duras pruebas por conflictos que han empujado a muchos a abandonar el país”, remarcó.

Recuerde los conflictos de Myanmar, Ucrania, África, como los de Etiopía, el Sahel, Sudán y Sudán del Sur.

También es necesario llamar a la solidaridad, la reconciliación, el reconocimiento de derechos en las Américas.

Finalmente, la súplica del Papa se dirigió al “regreso a casa” de los numerosos prisioneros de guerra, civiles y militares, y de los “encarcelados por motivos políticos”.

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