Especialistas señalan que las niñas y los niños de entre 3 y 12 años desplegaron una gran capacidad lúdica y creativa en el último año. A través del juego, encontraron formas de expresión y de comunicación para hacer frente al confinamiento y el distanciamiento social de sus vínculos afectivos, según un informe publicado por UNICEF.
La capacidad de jugar permite a los chicos y las chicas elaborar y simbolizar la pandemia, explica el estudio sobre el efecto en la salud mental de niños, niñas, adolescentes. Todo bajo el contexto de la pandemia que lleva más de un año, y que en Argentina suma 76.135 fallecidos y 3.663.215 de contagiados en total.
A su vez, el equipo que realizó la investigación alertó que, en los últimos meses, con la prolongación de la pandemia, se empieza a percibir un “creciente agotamiento de esta capacidad de adaptación”.
La capacidad de jugar, un “escudo protector” de la #SaludMental de niños y niñas durante la segunda ola de #COVID19.
Hoy presentamos un resumen de los resultados de un estudio sobre el impacto en la salud mental de niños, niñas y adolescentes.https://t.co/1xICEwwJUg
Hilo👇🏽— UNICEF ARGENTINA (@UNICEFargentina) May 26, 2021
“Los chicos y las chicas encontraron en el juego una manera para hacer frente al malestar provocado por la pandemia y de proteger su salud mental, pero a medida que la situación se extiende en el tiempo y se complejiza, con la aparición de nuevas cepas y el incremento de casos, necesitan nuevas herramientas para procesar todo lo que ocurre a su alrededor”, afirmó Olga Izasa, Representante Adjunta de UNICEF Argentina. “El acompañamiento de padres, madres, personas adultas de referencia es fundamental para explicar, contener y ayudar a procesar la angustia y la incertidumbre que genera esta segunda ola de COVID”, agregó.
Según explica el trabajo, entre los 3 y los 12 años la presencia de adultos responsables en los juegos cobra especial significación, ya que cumplen una función vital para afrontar las afectaciones que desencadenan restricciones a la circulación, como las anunciadas la semana pasada. Los chicos y las chicas juegan a ser “doctor o doctora”, a perseguir al “virus zombie” o encontrar científicos que crean vacunas, se involucran como agentes de cambio del mundo que los rodea y de esta manera, elaboran sus emociones, desarrolla la publicación.
La investigación también evidencia la necesidad de recuperar los espacios de intimidad que se pierden durante el confinamiento: la construcción de “casitas” o “carpas” de juego, permiten recuperar cierta autonomía dentro del hogar. En este contexto, el déficit habitacional cobra especial relevancia: en el 39% de los hogares relevados para el estudio, los niños y las niñas no tenía lugar para jugar en sus casas.
“Si bien el juego funcionó como “escudo protector” de la salud mental de niñas y niños, poco antes de cumplirse el primer año de pandemia en el país ya se empezaban observar signos de agotamiento”, señala el estudio de UNICEF. Además alerta que entre los chicos y las chicas de 3 a 12 años se observan estados de mayor irritabilidad, mal humor, enojo, fastidio e intolerancia. En algunos casos, se manifestaron cambios o trastornos en la alimentación y/o el sueño.
Entre las y los adolescentes el impacto es mayor. La falta de intercambio con sus pares y referentes adultos fuera del hogar se expresa en altibajos emocionales, desgano, enojo, irritabilidad, angustia y resignación: la mitad de los encuestados refirió sentirse triste y un tercio manifestó sentimientos de soledad durante todo el período. Estas emociones, en especial en quienes están cercanos a la finalización del ciclo secundario, aparecen ligadas a la incertidumbre respecto al futuro. En los sectores populares, la angustia se puede vincular también con las privaciones materiales que sufren y que se profundizaron con la pandemia.
RECOMENDACIONES PARA LA FAMILIA
En primer lugar, el estudio de UNICEF sugiere escuchar las preocupaciones y malestares que tanto niñas, niños como adolescentes pueden tener ante la pandemia. Además señala que respetar sus opiniones y emociones, favorecer la expresión de sus pensamientos y hacerlos participes en la toma de decisiones. Por último, destaca que es importante promover espacios lúdicos o artísticos, donde tengan posibilidades de expresarse, sobre todo en momentos en que las actividades fuera del hogar sufren restricciones. Según los especialistas, se aconseja estar atentos a las manifestaciones recurrentes de desgano y apatía, que requieren de la consulta en los servicios de salud mental.
EN PRIMERA PERSONA
El estudio de UNICEF priorizó escuchar y comprender las voces de las y los niños y adolescentes, y favorecer su participación activa en el proceso de investigación a través de la expresión de sus pensamientos, opiniones, sentimientos, percepciones. Entre otras cosas, los chicos y las chicas dijeron:
“Lo primero que se me viene a la cabeza cuando dicen coronavirus es encierro, como, no vas a poder salir nunca más”. Eugenia, 12 años. AMBA.
“Es triste porque no puedo ver a mi abuelo por eso”. Delfina, 6 años, Comodoro Rivadavia.
“La convivencia 24×7 hace que choquemos más con los adultos. Lo paso en mi cuarto todo el día”. Grupo Focal Adolescentes, Jujuy.
“Cuando los adultos se vacunen, me gustaría ir a Rosario a la casa de mis abuelos porque yo los vi una vez en una videollamada pero a mí me gusta estar en su casa”. Emma, 4, Mendoza.
“No tenía celular y andamos sin plata… Mi papá tampoco podía trabajar y no podíamos conectarnos con la escuela”. Melania Aylen, 17, Rosario.