El papa Francisco dialogó este jueves desde el Vaticano con un grupo de seis astronautas que están en la Estación Espacial Internacional (EEI) a 400 kilómetros de la tierra

Con una escenografía cinematográfica, el Pontífice se comunicó desde una sala contigua al Aula Pablo VI, donde sentado en penumbras tras un escritorio intercambió opiniones y destacó la labor de los seis hombres, de Estados Unidos, Rusia e Italia.
“La astronomía nos hace contemplar los horizontes sin fin del universo y suscita en nosotros las preguntas dónde vamos y de dónde venimos. Le pregunto a usted cuál es su pensamiento sobre el hombre en el Universo”, inició el Pontífice el diálogo apenas pasadas las 15 de Roma (10 de Argentina).
“Santo Padre esa es una pregunta compleja. Yo me siento técnico, ingeniero, me encuentro bien tras máquinas y experimentos. Pero cuando me hacen esas preguntas también me quedo perplejo, es un discurso muy delicado. Nuestro objetivo aquí es conocer nuestro ser y llenar el conocimiento, comprender lo que nos rodea. Cuando más sabemos más nos damos cuenta de lo poco que sabemos”, le respondió el italiano Paolo Nespoli, que hizo de intérprete y nexo en el espacio.
Francisco: Es verdad lo que dice. En esta sala de donde les hablo se encuentra una obra artístico inspirada en el verso con el que el Dante concluye la divina comedia, el amor que mueve el Sol y las estrellas. ¿Qué sentido tiene el amor, la fuerza que mueve el universo?
Misurkin: En estos días estoy leyendo un libro acá arriba, El Principito, de Saint-Exupéry, que hace referencia a la historia del chico que daría su propia vida para salvar plantas y animales en la Tierra. El amor es la fuerza que te da la capacidad de dar tu vida por un otro.
Francisco: Me gusta esa respuesta. Es verdad, sin amor no es posible dar la propia vida por un otro. Se ve que entendió ese mensaje que tan poéticamente explica Saint-Exupéry y que ustedes, los rusos, tienen en la sangre en su tradición tan humanística y tan religiosa… Una curiosidad, porque dicen que sólo las mujeres son curiosas, pero nosotros también. ¿Qué cosas los motivaron a convertirse en astronautas y qué les da alegría en el tiempo que pasan en la Estación Espacial?
Ryazanskiy: Estamos representando a diferentes países, diferente gente del planeta y cada uno tiene su propia historia. Mi historia empezó con mi abuelo, ingeniero jefe en la construcción del primer satélite Sputnik. Quise continuar lo que estaba haciendo para seguir sus sueños. Los viajes espaciales son el futuro de la imaginación y rompen fronteras, descubren nuevas tecnologías.
Bresnik: Nuestra velocidad orbital es de 10 kilómetros por segundo. La mayor alegría me la da mirar afuera y ver la creación de Dios. Es indescriptible la belleza de la Tierra y sentirte tocado en el alma. Tener una perspectiva increíble, verla con los ojos como los ve Dios. No hay límites, no hay conflicto, hay paz. Ves la fineza de la atmósfera y te das cuenta cuán frágil es y la necesidad de trabajar juntos para un futuro mejor.
Francisco: Me gustó mucho lo que dijeron ustedes dos. Usted fue a las propias raíces para explicarlos, fue al abuelo, y usted, que viene de América, alcanzó a entender que la Tierra es demasiado frágil. Es un momento que pasa. Es una cosa muy frágil, fina, la atmósfera, tan capaz de hacerse daño, de destruirse. Fue justo lo de mirar con los ojos de Dios. El abuelo y Dios, las raíces y nuestra fuerza y nuestra esperanza. Nunca olvidar las raíces. Me hace bien escuchar esto. Viajar en el espacio modifica tantas cosas que se dan por descontadas en la vida cotidiana, como la idea de arriba y de abajo. ¿Hay alguna cosa en particular que viviendo en la Estación los sorprendió y alguna que los shockeó porque la confirmaron ahí, en un contexto tan distinto?
Vande Hei: Acercarse a algo desde una distinta perspectiva puede hacerlo tan reconocible. Estoy trabajando, me acerco a algo de un ángulo diferente y me quedo desconcertado porque no alcanzo a entender que cosa es. En este ambiente no necesitamos el concepto de arriba o abajo, pero para entender donde estoy debo decidir yo dónde es arriba y abajo y establecer mi microcosmos.
Francisco: Esto es algo propiamente humano, la capacidad de decisión. Es interesante la respuesta, va a las raíces humanas. Nuestra sociedad es individualista, pero en la vida es esencial la colaboración. Pienso en el trabajo que hay en una empresa como la de ustedes, ¿me pueden dar un ejemplo significativo de colaboración en la Estación?
Acaba: Es un gran honor hablar con usted. La Estación es un gran ejemplo de colaboración internacional, entre nosotros aquí, y hablando todos los días a los diferentes centros de control en todo el mundo: Estados Unidos, Canadá, Japón, Rusia y los nueve países de Europa. Lo que quedan son los individuos que hacen esta colaboración. Cada uno lleva una diversidad y la diversidad nos hace más fuerte. Mantener la individualidad y respetarnos, al trabajar juntos podemos hacer más que como individuos y es el modo de continuar este viaje del conocimiento.
Francisco: Son un pequeño palacio de vidrio. La totalidad es más grande que la suma de las partes… Muchas gracias queridos amigos, podría decir queridos hermanos porque los sentimos los representantes de toda la familia humana en el gran proyecto de investigación de la Estación Espacial Internacional. Les agradezco de corazón por la charla, que me enriqueció. Dios los bendiga a ustedes, su trabajo y su familia. Rezaré por ustedes y les pido por favor que recen por mí. Gracias.
Paolo Nespoli: Santo Padre, en nombre de todos le agradezco haber estado con nosotros hoy. Este es un lugar donde hacemos tanta investigación y vamos a buscar las cosas de todos los días. Le agradezco habernos llevado más arriba, sacarnos de la mecánica cotidiana y hacernos pensar en cosas más grandes que nosotros. Gracias.
Francisco: Gracias a ustedes.
Con información de Télam y Clarín